CHINA (II): SUROESTE



Más fotos de esta parte del viaje en esta carpeta de mi cuenta de flickr
 
Dejamos el frío y la humedad de las alturas para visitar varios enclaves populares desde el punto de vista turístico. Como siempre, los comentarios son personales y por eso hay que tomarlos con cautela, está claro que están influenciados por mis gustos.

Potatso National Park: también denominado Padacuo es un parque natural situado a 22 km de Shangri-La. Bastante conocido, al menos localmente, es una visita que recomiendo evitar. No es que no sea bonito, que lo es, es que la forma de visitarlo (la única forma) es absolutamente decepcionante para los gustos occidentales. Y aunque es hermoso, no aporta nada pues el tipo de paisaje con prados, coníferas y lagos es muy parecido al que se puede ver en Europa (recuerda al norte de España y los Pirineos), o sea que en ese sentido no os sorprenderá. La entrada es cara (unos 37 EUR), te llevan en un bus y te sueltan en una pasarela de madera de metro y medio de ancha por la que se circula embutido en una larga retahíla de otros turistas sin poderse salir del camino marcado. Es comprensible hacerlo de esta manera, pues si esas muchedumbres invadiesen el espacio natural en pocas semanas la degradación sería brutal. Pero así no vale la pena. Mejor dedicar el tiempo y el dinero a otras visitas.

La pasarela

También se puede hacer una excursión en barco dentro del parque Potatso


Garganta del salto del Tigre. Al igual que el parque Potatso/Padacuo es una atracción muy turística, pero esta sí que vale y mucho la pena visitarla. Hay dos formas de hacerla: por arriba y por abajo (no es un chiste). Por arriba vemos las proporciones del desfiladero, con las montañas nevadas en el extremo superior y en río marrón abajo. Hay un pequeño mirador (una simple roca en la que cobran 10 yuanes) donde se aprecian esa variación río-cumbres. Se puede hacer andando o alquilando una mula/caballo. Hay una subida dura por el calor (las 28 curvas) que te deja en el mirador mencionado. Se puede regresar por el mismo camino o seguir hacia abajo a otro pueblo y bajar a la carretera. También hay un trekking de varios días por esa zona superior, pero no sé si aportará mucho más que esa excursión de un día. Por abajo es la ruta por carretera, con puntos de acceso a pasarelas para observar el río, que al encajonarse lleva una fuerza realmente impresionante. También se puede bajar al punto más estrecho del cañón, punto donde la leyenda dice que saltó el tigre escapando del cazador (de ahí el nombre de la garganta). Para ello hay que preguntar por una senda que nos llevará a ese estrechamiento. Se puede acceder a una roca en medio del río mediante un puente tibetano. Hay que pagar una pequeña tasa a los locales tanto para la senda como para el puente, pero se paga con gusto por la experiencia. Es una excursión que vale la pena y que no está nada masificada (menos que las pasarelas adyacentes a la carretera). Nosotros llegamos por la mañana, hicimos ese día la ruta superior, dormimos en Tina Guest House en la carretera y al día siguiente bajamos al punto más estrecho y de regreso paramos en los miradores.

Enormes picachos asoman por encima del cañón
Comienza la subida, unos a pie y otros a lo John Wayne

Desde el mirador se puede apreciar las proporciones del desfiladero

Detalle del río encajonado

Desde uno de los aldeas del la garganta

El punto más estrecho de la garganta: espectacular
La increíble fuerza del río
Desde las accesibles pasarelas también se puede disfrutar de la fuerza del río
 



Lijiang. Ciudad cuyo caso hermoso casco antiguo (Dayan) es patrimonio de la Humanidad. Es un laberinto de calles empedradas con casas bajas de arquitectura tradicional naxi (así se denomina al pueblo autóctono de esta región). Varios canales de agua la recorren por dentro. Lo mejor es perderse por esas calles y vagar impregnándose de su ambiente, pero hay que hacerlo muy temprano porque después se producen unas agobiantes aglomeraciones de gente (¿hemos dicho que China es el país más poblado del mundo?). También es una pena que la mayoría de las casas dediquen su planta baja a tiendas de recuerdos más variopintos. Merece la pena la visita al Parque del Dragón Negro (Heilong Tan), que en días despejados (no fue nuestro caso) refleja la montaña nevada del Dragón de Jade.

Niños jugando (y encantados de ser el centro de atención de unos extranjeros)

 


 

Lijiang al amanecer, la única forma de verlo sin gente
 

Los característicos canales de agua de Lijiang
 

 


 

Pimiento tamaño familiar (mercado de Lijiang)
Parque del Dragón Negro
Parque del Dragón Negro
 

 

 
Dali. Otra ciudad histórica con un bonito casco antiguo amurallado. Pero… con miles y miles de visitantes, con casas tradicionales dedicadas a muy diversos negocios turísticos y con demasiado bullicio. Está localizada en la orilla este del lago Erhai. Si obviamos el gentío, sobre todo si nos alejamos del centro, nos daremos cuenta que es una ciudad bonita y con encanto. Merece la pena acercarse al lago, no está al lado de la ciudad pero se puede llegar caminando tras atravesar la carretera y una zona rural o alquilando unas bicis (incluso hay una ruta para bicis por las orillas del lago). En la orilla del lago encontraremos algunos lugares agradables para comer y tomar una cerveza, algo menos masificados que el centro de Dali. Otra visita que refieren las guías son las tres pagodas. Nosotros no entramos en el recinto, las vimos desde fuera (a mí me llegó con eso).

Turistas (como nosotros)
En infraganti

Flipante la camisa del novio... así cualquiera ;-)

Pescando en el lago Erhai

Anciana en la orilla
En el mercado
Las tres pagodas desde el exterior del recinto

Un video (de Lourdes Andreu), mostrando un baile en una plaza de Dali:




 Río y paisajes kársticos del Yangshuo. Quizá una de las partes más disfrutonas del viaje en un paisaje típico del sudeste asiático. Un río que circula rodeado por altas colinas acuminadas cubiertas de vegetación. Desde Dali viajamos por carretera a Kumming  y de ahí en tren litera a Guillin en un largo trayecto de 23 horas. Un par de horas más para llegar a Yangshuo. Esta cuidad es un agobio hortera de turistas y ruido, pero constituye el punto de partida para dos actividades muy recomendables. Una es la travesía por uno de los dos ríos (el río Li o el Yulong). El río Li es más grande y en él se pueden hacer dos tipos de travesías, una larga en un crucero u otra corta en una balsa de bambú (o plástico simulando bambú). Desde cualquiera de las dos la experiencia es muy agradable, pues vamos inmersos entre riscos kársticos. Otra opción es realizar la excursión en bicicleta desde Yangshuo hasta el puente del dragón (Dragon Bridge) recorriendo las orillas del río Yulong (más pequeño y en el que también hay balsas de bambú, de hecho se puede combinar una excursión en bici y en balsa). Nosotros hicimos la excursión en balsa del río Li por la mañana temprano y después alquilamos la bici para ir a comer al puente del dragón en uno de los garitos próximos al puente (con baño incluido). A la vuelta paramos para ver el atardecer desde el mirador de la montaña de la Luna (Moon Hill, la montaña horadada). En las guías señalan que se pueden observar a los pescadores tradicionales con los cormoranes, pero nosotros no vimos más que uno posando para las fotos por un módico precio.

Excursión por el río Li
 

Por el río Yulong, cerca del Dragon Bridge

 El Dragon Bridge y jugando una partidita en uno de los pueblos durante el recorrido en bici.



Terrazas de arroz en Ping´an. Ping´an es un pequeño pueblo de montaña situado a unos 100 km de Guillin en el área escénica de Longji, habitado por la etnia zhuang. Hay otra etnia en esta área, los Yao, cuyas mujeres solo se cortan el pelo a los 16 años y a partir de ahí lo dejan crecer (se pueden fotografiar, previo pago, claro está). Este pueblo es un lugar tranquilo y fresco, con varios alojamientos y con un paisaje caracterizado por sus arrozales dispuestos en terrazas. Desde aquí se pueden emprender un par de excursiones cortas que permiten disfrutar de este peculiar paisaje y que sirven de contrapunto al calor y las aglomeraciones de los lugares anteriores. Vale la pena hacer estas excursiones al amanecer y al atardecer, cuando los colores de los arrozales muestran todo su esplendor.


 


 


 







Panorámica del pueblo

¿He dicho que a las chinas les encanta posar? Del resultado de la pose no digo nada






Hoteles con encanto en los arrozales chinos



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